5 minutos

Existió un tiempo en el que tu mente y tu cuerpo estaban conectados y fluía todo con normalidad, pero de repente pasaste por la pubertad, llegaste a la edad adulta, tal vez tuviste un hijo o más, y comenzaste a tener cambios hormonales.

De seguro al principio notaste un cambio de peso y de humor, o tal vez notaste otros cambios íntimos; como sequedad vaginal, debilitamiento de los músculos del piso pélvico, fugas accidentales con tos o estornudos, o disminución de la excitación, pérdida de intimidad o conexión con alguien.

Con el tiempo, estos síntomas extraños que eran ocasionales se convirtieron en tu “nueva normalidad ” y es posible que tus amigos e incluso tu médico te hayan dicho que “solo tienes que vivir con eso” porque “estás envejeciendo ahora”.

¿Qué puede estar pasando?

Tu cuerpo depende de un muy afinado equilibrio de hormonas para funcionar de manera saludable. Hormonas como el estrógeno, la progesterona, la testosterona y la DHEA trabajan juntas para mantener el cuerpo funcionando sin problemas. Cuando comienzas a sentir todos esos síntomas relacionados con las hormonas, generalmente se debe a que están en desequilibrio -fuera de balance- o simplemente no funcionan como deberían. Esto podría ser el resultado del medio ambiente, el estrés, la alimentación o sencillamente el envejecimiento.

De seguro, cada vez que lees artículos o dialogas con tus amigas sobre salud femenina, casi siempre se mencionan a las hormonas. ¿Pero sabes qué es realmente una hormona? En caso de que no lo sepas, te lo explicamos sencillamente:

Una hormona es un mensajero químico que le indica a un órgano objetivo que realice su función prevista.

Algunos ejemplos: la hormona estimulante del folículo (FSH) le indica a los ovarios que es hora de liberar un óvulo; el estrógeno le indica al cuerpo de una niña en su adolescencia que comience a crecer caderas y senos; y la leptina le indica a tu cerebro que es hora de parar de comer.

Si tus hormonas pueden estar fuera de balance, causan serios problemas; cuando los órganos reciben las señales incorrectas en el momento equivocado, te sentirás cansada cuando se supone que debes estar despierta, activa, con hambre o cuando ya deberías sentirte satisfecha. A todo eso se le suma el estrés, las relaciones con otras personas, el entorno, la alimentación y los acontecimientos en tu vida.

Dicen que “la fisiología impulsa el comportamiento”. Esto significa que si tus hormonas le indican a tu cuerpo que haga una cosa (como comer), será realmente difícil hacer que tu cuerpo haga algo diferente (como seguir una restricción en la dieta).

Además, cuando hablamos de alimentación, la dieta juega un papel principal en tus hormonas, ¿sabías que las hormonas sexuales femeninas están hechas de colesterol? Por eso, si no estás comiendo suficientes grasas saludables, tu cuerpo no tiene un sustrato clave que necesita para fabricar las hormonas sexuales.

De seguro recuerdas que durante tus años fértiles, experimentabas un ciclo hormonal mensual, que cambiaba lo que hacía tu cuerpo y cómo se sentía. Hay un momento en tu vida en que te estás preparando para la fertilidad, y también otro cuando la fertilidad está disminuyendo y apagándose.

Existe una línea de tiempo hormonal que muestra lo que sucede con tus cuatro hormonas reproductivas principales durante las cuatro etapas de tu vida:

• Pubertad: el inicio oficial de la fertilidad que comienza con tu primer período.
• Perimenopausia: la transición a la menopausia que comienza con la disminución de los niveles hormonales.
• Menopausia: el final oficial de la fertilidad que comienza 12 meses después de tu último período.
• Postmenopausia: el período de tiempo desde la menopausia hasta la muerte. ¡Esto puede ser hasta un tercio o incluso la mitad de tu vida!

Todas estas etapas están controladas y dirigidas por hormonas, así que exploremos y conversemos sobre las cuatro principales.

PROGESTERONA

Esta es la madre de todas las hormonas y es esencial para toda tu vida. Después de la pubertad, experimentas niveles más altos de progesterona durante la segunda mitad del ciclo menstrual. La progesterona beneficia tu cerebro, memoria, estado de ánimo, huesos y senos, sólo por nombrar algunos. La producción de progesterona alcanza su punto máximo entre tus 20 y 30 años y luego comienza a disminuir a mediados de los 30 años. Por lo que entendemos, esta disminución rápida de la progesterona está vinculada a la función ovárica en declive, y en esta fase de transición que llamamos perimenopausia, puede provocar síntomas de cambios de humor, irritabilidad, ansiedad y otros.

Con menos progesterona dominan los estrógenos, lo que se traduce en aumento de peso, menstruaciones irregulares, hemorragia uterina disfuncional, trastornos del sueño y pérdida ósea, así como disminución de la libido y sequedad vaginal.

ESTRÓGENO

El aumento de los niveles de estrógeno es lo que transforma a las niñas en mujeres jóvenes con curvas (y a menudo de mal humor). Después de la pubertad, el estrógeno fluctúa mensualmente junto con los ciclos, y luego comienza a disminuir a medida que entras en los 40s. Cuando te acercas a esta etapa perimenopáusica, puedes tener picos en los niveles de estrógeno que fluctúan diariamente, semanalmente o mensualmente, dependiendo de las tensiones en tu vida y de con qué más estés lidiando. El estrés tiene un efecto negativo en el equilibrio hormonal y puede exacerbar los síntomas del dominio del estrógeno.

Es importante percatarse de que puedes tener niveles bajos de estrógeno y seguir siendo dominante, debido a la brecha entre el estrógeno y la progesterona. Sintomáticamente, los niveles oscilantes de estrógeno y la disminución del estrógeno pueden causar sudores nocturnos, sofocos, cambios de humor, sequedad vaginal y pérdida de interés en el sexo.

DHEA Y TESTOSTERONA

La DHEA y la testosterona son responsables de tener huesos fuertes y saludables, desarrollar músculo, agudeza mental, impulso y resistencia. Las mujeres a menudo no piensan en estas dos hormonas y, sin embargo, son de vital importancia para la longevidad y la calidad de la vida a medida que envejecen. La DHEA generalmente alcanza su punto máximo hacia los 20 años y comienza a disminuir tanto en hombres como en mujeres.

El estrés tiene un efecto significativo en los niveles de DHEA como con todas hormonas. La testosterona en la posmenopausia todavía se produce tanto en los ovarios como en las glándulas suprarrenales, pero a niveles mucho más bajos.


¿Cómo recuperar el balance hormonal?

Luego de hacer esta revisión y haber entendido el papel de las hormonas en tu vida, consolidamos algunas recomendaciones que te ayudarán a nivelar las fluctuaciones hormonales que vienen con el envejecimiento:

1. Comienza con una dieta baja en carbohidratos y alta en grasas buenas. No existe algo más dañino para tu cuerpo que comer una dieta alta en carbohidratos (también conocida como alta en azúcar).

El nivel alto de azúcar en la sangre provoca un alto nivel de insulina que luego causa una cascada completa de desequilibrios hormonales a medida que tu cuerpo intenta recuperarse. También debes tener en cuenta que todas tus hormonas sexuales se fabrican a partir del colesterol, por lo que realmente necesitas comer grasas saludables.

2. Considera la terapia hormonal bioidéntica. Durante la perimenopausia hasta la posmenopausia, a menudo es necesario reemplazar la progesterona para equilibrar los cambios hormonales y el declive.

Recomendamos niveles apropiados para tu edad. La terapia de progesterona bioidéntica apoya el metabolismo óseo y el equilibrio hormonal, mejora la respuesta al estrés y promueve un estado de ánimo equilibrado y buenas noches de sueño.

3. Elimina los químicos que alteran las hormonas de tu vida. El mundo está cargado de toxinas, y muchas de ellas interrumpen el equilibrio hormonal e interfieren con los receptores hormonales.

Ten cuidado con los ambientadores tóxicos, productos de cuidado personal (como maquillaje, lociones, champús y tintes para el cabello), detergentes para la ropa y productos químicos de limpieza para el hogar. Además evita los envases de plástico y los aditivos en la comida.

4. Cuídate. Realmente debes prestar atención a tus niveles de estrés, ya que el estrés tiene el poder de desequilibrar por completo aquella delicada sinfonía hormonal de tu cuerpo.

 

Créditos a la Dr. Anna Cabeca, TheHormoneFix.com