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Muchas veces el calzado que llevan los mayores no es el adecuado para ellos. Especialmente entre las personas mayores, las alteraciones de los pies, además de provocar deformaciones, pueden causar dolores de tobillos, piernas, rodillas e incluso cadera y espalda.

La importancia de la utilización del calzado correcto no es un tema menor, incluso hace unos meses un estudio de la Universidad de Extremadura llegó a la conclusión que el 85% de la población mayor de 65 años utiliza un calzado inadecuado.

El estudio comprobó que el calzado que llevaban los mayores era el incorrecto para el tamaño de sus pies, ya bien porque era un número menor al que le corresponde o más estrecho del que realmente necesitaban.

Otra de las conclusiones interesantes de este trabajo es que solo un 19% de todos los pacientes estudiados de más de 65 años, se exploraban sus pies con asiduidad en busca de heridas o alteraciones como úlceras.

Muchas personas mayores utilizan el mismo calzado durante muchos años estirando su uso mucho más de lo conveniente, sin ser conscientes de que están poniendo en peligro su salud podológica al utilizar un calzado que se les está quedando pequeño.

El uso incorrecto del calzado

El uso de un zapato más estrecho o pequeño del necesitado puede alterar la marcha o provocar la aparición de los llamados dedos en garra o martillo que merman su calidad de vida, su movilidad y su independencia.

Portar un calzado adecuado, los pequeños paseos, la revisión periódica y la exploración diaria son metas fáciles de alcanzar y que pueden ser vitales para que nuestros mayores mantengan su autonomía y mejoren su calidad de vida.

Las caídas en el hogar son una amenaza muy seria para la salud de los mayores y representan uno de sus problemas más importantes.

Según las encuestas, el 50% de los mayores de 80 años, y un 33% de los mayores de 65, sufre al menos una caída doméstica cada año. Y lo que es peor, las caídas son la segunda causa mundial de muerte por lesiones accidentales o no intencionales, según el Informe Mundial de la OMS.

Las personas mayores no solo tienen mayor riesgo de sufrir caídas, sino que, al caerse, tienen un mayor riesgo de lesiones, hospitalización y complicaciones.

Para un enfoque básico de prevención de caídas, las personas mayores deberían comenzar examinando la salud de sus pies.

Por ejemplo, un informe de 2016 del Colegio Oficial de Podólogos de la Comunidad Valenciana (ICOPCV) señalaba que un 70% de los españoles padecen algún tipo de enfermedad en los pies.

Las afecciones dolorosas de los pies, como la osteoartritis, los callos, los juanetes, los dedos en martillo y las complicaciones derivadas de la diabetes, pueden dificultar que las personas mayores mantengan el equilibrio y la coordinación al caminar o pararse.

Se estima que dolencias como los callos, los juanetes o las durezas afectan a 7 de cada 10 españoles.

Por otra parte, las personas de mayor edad han sufrido con el paso de los años un importante desgaste en la almohadilla plantar, aumentan las metatarsalgias (dolor en el antepié) y la aparición de duricias, patologías que, aunque no son graves pueden ser muy dolorosas al caminar y pueden provocar caídas o úlceras en las personas diabéticas.

Y para agravar el problema, los mismos ejercicios destinados a corregir los factores de riesgo de caídas, como la debilidad de la parte inferior del cuerpo, así como los problemas de la marcha y el equilibrio, son difíciles de realizar cuando estas personas mayores padecen afecciones dolorosas en los pies y los tobillos.

Aunque existen numerosos factores que causan caídas, los expertos aconsejan que las personas mayores o sus cuidadores y familiares, pueden tomar medidas para reducir el riesgo minimizando o incluso eliminando el dolor en el pie.

Hacerlo mejorará el equilibrio, la coordinación y la estabilidad al caminar o pararse.

  • No ignores el dolor: el dolor de pie no es una consecuencia normal de envejecer, por lo tanto, no debemos resignarnos a sufrir y sufrir. Es probable que tengamos una afección que se puede tratar. Para un diagnóstico e intervención adecuados, asegúrate de prestar atención a tus pies y acude a un podólogo cuando sea posible.
  • Examina tus pies: nosotros somos quienes mejor conocemos nuestro cuerpo y los exámenes regulares de los pies en casa nos permiten conocer su estado.  A la señal de golpes, bultos u otros cambios en sus pies, acude a un podólogo cuando sea posible.
  • Haz ejercicios: los ejercicios de estiramiento simples pueden ayudarnos a mantener la fuerza y ​​la movilidad en los pies y los tobillos, así como a aliviar el dolor.
  • Protege tus pies: Usa almohadillas, plantillas o cualquier calzado especial por recomendación del podólogo. Asegúrate de usar siempre zapatos cómodos todos los días.

Una mala caída en casa puede privar permanentemente a las personas mayores de su independencia y reducir drásticamente su calidad de vida. Sin embargo, cuidar bien los pies y los tobillos puede reducir el riesgo de un resbalón, tropiezo o caída que altere su vida.

La Podología Geriátrica

A lo largo de nuestras vidas, nuestros pies son los encargados de transportarnos, los pies han soportado muchos pasos y el peso del cuerpo. Es por ello que la edad produce una serie de cambios en la piel y en las uñas que se tiene que cuidar.

Los pies son una parte importante de nuestro cuerpo y de gran complejidad: por algo tienen 26 huesos. El gran desgaste que supone aguantar nuestro peso a lo largo de los años se traduce en un gran estrés para nuestros pies.

Con el paso de los años y el envejecimiento de nuestro cuerpo y organismo experimentamos algunos cambios que generalmente no son para mejor. Un aspecto de este proceso es que las células contienen menos agua, lo que afecta al colágeno, los tendones y los ligamentos de los pies. Los tendones se tensan y los ligamentos se aflojan.

Cuando los músculos, tendones, ligamentos y huesos se mueven pueden producir algún tipo de malestar, dolor y crecimientos óseos indebidos, entre otros problemas.

Además de la pérdida de agua de las células, la circulación disminuye mermando nuestra capacidad de curación. Esto significa que las personas mayores son más propensas a infecciones y otros problemas.

Después de toda una vida soportando y cargando con nuestro peso, posiblemente muchos de estos años calzando zapatos inadecuados, no debería ser una gran sorpresa que las personas mayores desarrollen problemas en los pies.

Entre los problemas más comunes que los mayores pueden tener en sus pies se encuentran:

Juanetes

Los juanetes, también llamados hallux valgus, son protuberancias óseas dolorosas que se desarrollan en la parte externa de la articulación del dedo gordo del pie. Suelen aparecer en la adolescencia y se van agravando durante los años. Es más frecuente en mujeres y suele afectar a los dos pies a la vez.

Tienden a desarrollarse lentamente con el tiempo, a medida que la presión sobre la articulación del dedo gordo empuja el dedo hacia adentro, hacia el segundo dedo.

Este efecto a menudo aumenta por el calzado apretado o los tacones altos, y con el tiempo, la estructura ósea cambia y se forma un juanete.

Muchos pacientes con juanetes presenta dolor en la articulación, dificultad para calzarse, deformidad y dolor en los dedos pequeños, alteraciones en la piel como hiperqueratosis o helomas etc.

Callos y piel seca

Los callos y las callosidades son parches de piel muerta engrosados que se forman para proteger las áreas más sensibles y que pueden desarrollarse en respuesta al roce constante de un par de zapatos mal ajustados u otra irritación constante.

A menudo van acompañados de piel seca. Las callosidades también puede ser dolorosas y provocar grietas en la piel que son zonas propensas a las infecciones.

Dedos en martillo

El término “dedo en martillo o en garra” se refiere a un dedo del pie que apunta hacia arriba, en lugar de estar en su postura normal. Se trata de una deformidad de los dedos que evoluciona en el tiempo.

Es una deformidad que ocurre cuando uno de los músculos del dedo del pie se debilita y ejerce presión sobre los tendones y las articulaciones del dedo del pie. Esta presión hace que el dedo se deforme y se levante en la articulación.

Los juanetes también predisponen en el tiempo a que los dedos adyacentes se deformen.

Cambios estructurales en los pies

A medida que envejecemos, las almohadillas de grasa de la parte inferior de nuestros pies se debilitan, lo que puede causar dolor con cada paso, así como menos apoyo para el arco al caminar.

También pueden darse otros problemas como la tendinitis aquílea que es una lesión por sobrecarga del tendón de Aquiles o el pinzamiento de algún nervio cuando se ejerce demasiada presión en un nervio por parte del tejido circundante, como huesos, cartílago, músculos o tendones.

Artritis

Debido a que el pie tiene tantas articulaciones, 33 en total, la osteoartritis puede ser una fuente importante de dolor y culpable de reducir la movilidad de los mayores. 

Dolor en el talón

El dolor en la parte posterior del pie puede ser el resultado de espolones en el talón que son crecimientos óseos que se desarrollan a lo largo del hueso del talón.

También podemos sufrir de fascitis plantar, la inflamación del ligamento que corre a lo largo de la parte inferior del pie.

Estos problemas pueden hacer que estar de pie o caminar sea muy doloroso y limitan la capacidad de autonomía de los mayores.

Problemas de los pies relacionados con la diabetes

Los problemas derivados de la diabetes también pueden afectar a los pies y extremidades inferiores.

El pie diabético es una patología que se presenta en personas con diabetes en forma de heridas infectadas, pérdida de sensibilidad y la frecuente aparición de úlceras. Específicamente, los diabéticos tienen una tasa más alta de problemas vasculares que pueden desembocar en graves problemas, incluso eventualmente requerir la amputación.

Además, los enfermos de diabetes suelen ejercer una presión plantar mayor que el resto al caminar como resultado de diversos factores. Entre ellos, cabe destacar la presencia de deformaciones, que agrava también el desarrollo de las ulceraciones; la amplitud articular reducida, principalmente en el caso del tobillo; o la atrofia del tejido adiposo subcutáneo plantar. Todos estos factores derivan a su vez en una falta de sensibilidad al caminar.

Infecciones por hongos y otros problemas de las uñas del pie

El cuerpo humano convive con muchos tipos diferentes de bacterias y hongos, la mayoría de las veces estos cuerpos extraños están en equilibrio y pueden ser realmente beneficiosos para nuestra salud.

Pero un crecimiento excesivo de hongos como el que puede ocurrir cuando los pies están constantemente en lugares húmedos, puede conducir a infecciones dolorosas y antiestéticas en las uñas de los pies y entre los dedos de los pies.

Uñas encarnadas

Las uñas de los pies también pueden crecer en ángulos, lo que puede producir uñas encarnadas que pueden ser extremadamente dolorosas.  Normalmente el factor traumático es el desencadenante de una uña encarnada. La presión directa sobre la uña bien desde el dorso o bien desde los laterales produce que se clave la uña en la piel de los bordes del dedo. El calzado muy ancho o muy apretado de la puntera también es un elemento importante en la producción de este problema en las uñas.

Las uñas secas y quebradizas también son más comunes entre los mayores, a medida que el flujo sanguíneo a las extremidades inferiores se debilita.

Dolor y malestar general

El dolor puede acompañar a muchos de los problemas en los pies y puede ser un problema en sí mismo que les llegue a impedir estar de pie o caminar.

No quiere decir que los mayores o las personas jóvenes cuando envejezcamos vayamos a sufrir todos estos problemas. No hay dos pies iguales y no hay dos personas que vayan a experimentar los mismos problemas asociados al envejecimiento en la salud de sus pies.

Dependiendo de los zapatos que se haya usado durante toda la vida, de la actividad que se haya tenido y de la genética de cada persona, se puede desarrollar uno o más de estos problemas, o ninguno de ellos.

El cuidado de los pies de los mayores es muy importante y está directamente relacionado con su calidad de vida. Unos pies cuidados y saludables nos permiten prevenir muchas patologías incluso antes de que se puedan agravar y llegar a afectar a la movilidad.

Con el paso de los años, nuestros pies habrán tenido que soportar miles y miles de pasos, tantos que si los juntáramos todos podríamos dar varias veces la vuelta al mundo andando, por lo que es normal que necesiten unos cuidados especiales.

Si el envejecimiento afecta a todo nuestro organismo, imagínate a los pies después de toda una vida aguantando nuestro peso. Es fundamental revisar y cuidar periódicamente los pies al llegar a una edad avanzada.

¿Qué se puede hacer?

Los cuidados podológicos más habituales son la quiropodia: hablamos del tratamiento de callosidades, durezas, uñas que se clavan en los laterales de los dedos, papilomas, hongos, etc.

En otros casos debemos recurrir a la cirugía podológica para solucionar de forma quirúrgica aquellas patologías que no se pueden solucionar mediante tratamientos conservadores. Por ejemplo, las cirugías más frecuentes son las de juanete y la de uña encarnada.

Y sin olvidarnos de la posibilidad de realizar un estudio biomecánicos y el uso de una plantilla personalizada. En muchos casos una plantilla correctamente diseñada y usada puede mejorar muchísimo la estabilidad de marcha de una persona mayor ya que nos permite compensar la pérdida de tejido adiposo generando un correcto reparto de presiones en la planta del pie evitando puntos de presión que generen callosidades u otros problemas.