Hay un aumento dramático de sobrepeso, obesidad y diabetes en niños. Es una epidemia que no para de crecer.
Según el Ministerio de Salud, uno de cada 6 menores en Colombia tiene sobrepeso u obesidad; esta relación aumenta con el nivel económico y educativo y es mayor en la ciudad (19,2%) que en el campo (13,4%).
La obesidad infantil aumenta el riesgo de padecer problemas de salud crónicos. Un niño con obesidad puede continuar así al crecer, lesionando seriamente su salud y su calidad de vida.
¿Qué está causando la obesidad en nuestros hijos?
Sin duda, una dieta saturada de azúcares y carbohidratos, y la falta de actividad física.
Es casi imposible escapar al diluvio de anuncios de comida rápida, comida chatarra, paqueticos, gaseosas, refrescos y comidas ultraprocesadas que han cambiado la alimentación de nuestros niños.
Estos “alimentos” causan un rápido aumento en los niveles de azúcar en la sangre, indicándole al páncreas que produzca insulina para provocar la entrada de azúcar a las células y luego convertirla en energía.
Este aumento en los niveles de azúcar en la sangre y su posterior caída hacen que se sientan agotados y ansíen más carbohidratos. Sus células les piden más de estos carbohidratos, condenándolos a un círculo vicioso.
Por otro lado, pocos menores cumplen con los 60 minutos de actividad física recomendada diariamente para quemar calorías y a cambio invierten cada vez más tiempo sentados. Se acabaron los días en que los niños corrían y jugaban durante horas después de la escuela. Ahora, es más probable que se sienten a mirar televisión, jugar videojuegos, distraerse con los Smartphones o usar las redes sociales. Hoy, los niños pasan un promedio de 7.5 horas al día usando medios de entretenimiento: sentados.
“La forma en que estructuramos nuestra vida cotidiana define el curso de nuestra salud”
Desde la década de los 80, factores sociales como la enorme oferta de alimentos industrializados, han influido en la situación de sobrepeso y obesidad en los niños, según informa la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de Antioquia. Para una muestra, echemos un vistazo a los alimentos ofertados en tiendas escolares de Medellín.
Lo único que podemos señalar como “saludable” es el agua (si viniera en botella de vidrio) y quizá los jugos naturales. El resto de productos son carbohidratos refinados y azúcares. Treinta años atrás, los niños solían consumir un bocadillo (postre-dulce) al día, mientras que ahora 1 de cada 5 niños en edad escolar come hasta 6 postres diarios.
¿A qué riesgos estamos exponiendo a nuestros niños con sobrepeso?
Los niños con sobrepeso tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud que sus compañeros que mantienen un peso saludable.
Diabetes: ya está pasando en el 33% de los menores
Enfermedad del corazón: con la obesidad en aumento, podemos concluir que el problema de la prehipertensión y la hipertensión también aumentará, generando cada vez más casos de infartos y problemas cardiacos.
Trastornos del sueño: desde la hiperactividad, pasando por los ronquidos y la apnea del sueño
Dolores en las articulaciones: la rigidez en las articulaciones, dolores y limitaciones en los movimientos. El alto consumo de azúcares y carbohidratos refinados ocasiona inflamación en nuestro cuerpo, produciendo debilidad y cansancio.
¿Qué hacer para darles una nutrición adecuada?
Comprender cómo nuestros hijos adquieren sobrepeso es un paso importante para romper el ciclo. Aunque los niños necesitan alimentos suficientes para crecer, si consumen más calorías de las que queman a lo largo del día, van a aumentar de peso.
Cambiar los hábitos alimenticios de nuestros hijos es una tarea urgente de padres y madres, quienes debemos ser parte del cambio. Con nuestro ejemplo daremos forma a los patrones de alimentación de nuestros hijos.
Brindemos una influencia positiva, costumbres saludables y hábitos que impulsen a nuestros hijos a tomar el control de lo que consumen. Es hora de contrarrestar la influencia que los medios de comunicación y la publicidad ejercen en nuestros hijos.
Es hora de hacer algo en casa.
1. Limita el azúcar y los carbohidratos
Comienza a limitar los dulces, harinas, pasta, postres, paquetitos y las bebidas azucaradas en el hogar. Incluso, las bebidas hechas de jugo 100 por ciento natural pueden ser altas en calorías. No te engañes tratando de hacerlo paso a paso: por la naturaleza bioquímica de la adicción al azúcar, es más fácil cortar de raíz.
- Evita todo alimento que contiene azúcar añadido
- Reduce el consumo de harinas refinadas, (las que se encuentran en alimentos comunes como tortas, sandwiches, pizzas, postres y en especial todos los productos de panadería)
- Evita la pasta, como fideos y toda clase de espaguetis.
- Elimina por completo todo lo que venga en paquete y en especial aquellos que tienen más de 5 ingredientes (revisa siempre la lista de ingredientes de lo que compras)
- Piénsalo 2 veces antes de comprar una gaseosa; su índice de azúcar es elevado y no contiene nutrientes para tu organismo. En su lugar, sirve agua y leches vegetales en las comidas.
2. Reduce el consumo de comida rápida
Treinta minutos en la cocina, son 30 minutos más de actividad física, ¿nunca lo habías visto de esta forma?
Haz un esfuerzo consciente y cocina más. Aquí encuentras una serie de recetas deliciosas, saludables y fáciles de preparar que te ayudarán a optimizar el tiempo. Preparar un plato y comer junto a tus hijos, no solo es saludable en un sentido nutricional, sino que también es una excelente manera de pasar un buen tiempo en familia y construir relaciones.
3. Sé parte de la solución
El regaño y los prejuicios pueden lesionar tu relación con los niños. Opta por un estilo de “amor con límites” cuando comiences a cambiarle la alimentación a tu hijo.
Fomenta una buena relación de tu hijo con los alimentos, y no el “comer verduras porque son buenas”. Bríndales información y razones para comerlas. Encuentra objetivos en común: ¿tu hijo quiere hacer deporte? ¿desea tener mayor concentración? ¿quiere dormir mejor en las noches? Un mejor plato de comida puede ayudarle a lograrlo.
Los niños aprenden a escuchar sus señales de hambre y saciedad. Se trata de fomentar una capacidad de formar su propia preferencia por el gusto, pero aún se les debe proporcionar límites en torno a las comidas y sus porciones.
4. Ya no más: “dejar el plato limpio”
¡El club del “plato limpio’ se acabó! Las actitudes en torno a los hábitos de alimentación han cambiado, porque la ciencia y la experiencia nos han permitido reconocer las equivocaciones que los padres hemos cometido durante muchos años.
Por generaciones dijimos que debían dejar el pato limpio y les contábamos historias de niños hambrientos en África con el objetivo de que se comieran todo y no desperdiciaran. Así, creamos una cultura donde nuestro hijo tenía que comerse toda la comida, incluso si ya estaba suficientemente lleno. Probablemente hemos contribuido de alguna manera al problema actual de la obesidad.
Hoy aún se cree que si no nos llenamos hasta “explotar” no hemos comido lo suficiente, creyendo que alimentarnos es como “llenar” el tanque de gasolina. Realmente no se trata de comer por comer sino de nutrirnos.
Ahora podemos hacer recetas deliciosas altamente nutritivas y en pequeñas porciones: buena proteína, buena grasa y poco carbohidrato, un plato con el que toda la familia quedará satisfecha.
5. Aumenta la actividad física
Aumenta el nivel de actividad física de tu hijo para ayudarlo a perder peso de manera segura. Usa la palabra “actividad” en lugar de “ejercicio” o “entrenamiento” para mantenerlo motivado y que lo haga con agrado.
Jugar en la calle con el balón o salir a caminar, por ejemplo, puede ayudar a que tu hijo sea más activo. ¿Recuerdas los juegos que se practicaban frente a la casa? También puedes alentarlo a que practique algún deporte en el que haya expresado interés.
Al menos una hora de ejercicio diario le ayudará a quemar las calorías necesarias para mantenerse sano.
6. Más actividades familiares
Encuentra actividades que toda la familia pueda disfrutar al aire libre. Esta no solo es una buena forma de crear vínculos con los hijos, sino que también los ayuda a aprender con el ejemplo.
Caminar, nadar o incluso jugar con la pelota puede ayudar a que tu hijo se mantenga activo y comience el camino hacia un peso más saludable. Asegúrate de variar las actividades para evitar el aburrimiento.
7. Reduce el tiempo con los Smartphones y televisores
Los niños que pasan varias horas al día viendo televisión, jugando videojuegos en sus computadores o usando sus Smartphones tienen mayores probabilidades de tener sobrepeso.
El tiempo frente a la pantalla se come el tiempo que podría dedicarse a hacer actividades físicas. Además, más tiempo frente al televisor representa mayor oportunidad para comer de manera inconsciente.
8. Transforma tu alacena con alimentos frescos y no procesados
Quien más influye en los hábitos de alimentación es la persona que trae el mercado a la casa.
Al hacer el mercado, concéntrate en conseguir alimentos frescos en lugar de productos procesados, horneados, salados o con aditivos químicos. Agrega más frutas y verduras frescas a tu canasta, consigue proteínas magras, más pescado en lugar de pollo o carne, opta por los granos integrales, como el arroz integral y la pasta diferente a la de trigo, evita los productos lácteos; en su lugar consume leches de nueces como de coco, almendras, etc. Y evita todo alimento preempacado; prepara tu comida en la casa o come en restaurantes en los cuales sabes cómo se prepara la comida.
Es momento de actuar
La obesidad infantil es un problema a nivel mundial, pero ahora los padres pueden tomar el control y cambiar el rumbo de esta “epidemia”, ayudando a sus hijos a modificar ciertos hábitos, brindándoles herramientas y apoyo para comer saludablemente y mantenerse activos durante más tiempo.
Referencias:
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