Durante muchos años hemos visto a pacientes sufrir de estrés y ansiedad; aunque algunas pautas de alimentación y suplementos funcionan muy bien, en muchos casos la estrategia para conseguir alivio es muy simple.
Cultiva pensamientos positivos
Cuando pensamos bien, tenemos sentimientos positivos y vivimos experiencias gratificantes, nuestro cuerpo reacciona a ello.
Las conexiones entre el cerebro y el corazón hacen que los pensamientos generen distintas reacciones: un pensamiento positivo genera reacciones corporales positivas y uno negativo lo inverso. Sea que puedas ponerlos en práctica del todo o en parte, bien o regular, una o mil veces, sigue intentándolo y notarás el efecto.
Preocúpate menos, ocúpate más
No tienes porqué controlar todo lo que sucede a tu alrededor. Preocuparte no hará que las cosas mejoren o cambien. Y si a eso le sumas el sentido de culpa, pocas cosas son tan improductivas como la preocupación.
No permitas que la preocupación se apodere de ti. Haz lo que tienes al frente, sin pensar en lo que viene.
Una página del libro a la vez
La preocupación te llena la cabeza de ideas y te resta la atención a los propósitos del día. ¿Preocuparte? ¡No! Ocuparte. Ten disciplina con tus labores diarias; algo que debes recordar es que el trabajo nunca termina. Una agenda, un diario o un calendario puede ayudarte a ocuparte de resolver cada labor.
Si no puedes cambiarlo… piensa de nuevo de manera diferente
Si no puedes cambiar algo, al menos puedes cambiar la manera de pensar.
“Me estresa que mi hijo no me hable…” ¿o será que no le hablas a él?
“Me estresa el transporte…” ¿y si cambias el medio de transporte?
“Me estresa mi trabajo…” ¿qué tal si uno mejor te puede estar esperando?
Enfócate en las situaciones de la vida que puedes y tienes el poder para cambiar. Incluso, podemos cambiar la forma de pensar acerca del tema. Un ejemplo concreto: ¿Duermes suficiente? Muchas veces el estrés y la falta de sueño van juntos. Mejorar uno ayuda a mejorar el otro.
En muchos casos, el estrés es tan grande como cada uno de nosotros pensamos que lo es. Cuando el estrés se acumula, lo mejor es pensar en “cajitas pequeñas”, vierte el estrés en cajitas pequeñas y en lugar de llevar un gran peso cada día, ocúpate de resolver cada cosa a la vez. Una cajita pequeña pesa menos y es más fácil de llevar que una caja enorme y muy pesada.
Puede que con la práctica encuentres soluciones para cada problema.
Aprende a respirar para mitigar los efectos del estrés
¿Estás pasando por una situación estresante? ¡Respira!
Cuenta hasta 5. Haz un alto, y respira contando lentamente hasta 5, mantén la respiración contando hasta 3 y exhala lentamente contando hasta 5. Este el principio de la respiración profunda y consciente. En este caso, es una medida de emergencia para evitar otro de los graves efectos inmediatos del estrés: la falta de oxigenación.
Cuando sientes que la presión sube y estás viviendo un momento estresante, toma unos minutos para respirar. Lo curioso es que una persona estresada no respira profundamente; se acelera.
Haz este ejercicio de respiración y repítelo varias veces. La situación que te provocó el estrés tal vez no la puedas cambiar, pero si la forma en que asimilas todo y en tus manos está en controlar sus efectos nocivos.
Habla sobre tus problemas
Comparte tus pensamientos con otra persona, o por lo menos menciónalos en voz alta. Expresar tus preocupaciones es un camino sano para aliviar el estrés. ¡Inténtalo!
¿Sabías que tan sólo con decir los problemas en voz alta te puede aliviar? No dejes que el estrés te controle, a veces compartir tus situaciones con otra persona ayuda mucho para desahogarte.
La voz humana y sus vibraciones genera ondas relajantes que ayudan a neutralizar los efectos del estrés y a subir los niveles de serotonina, la sustancia que eleva el humor. Incluso, la música puede ser de gran ayuda, especialmente la música cantada o clásica (especialmente barroca). La música que escuchamos tiene efectos en nuestro estado emocional. Por eso es importante escoger en muchas circunstancias la que ayude a bajar el estrés.
Simplemente: ¡Di no¡
Aprende a decir que no y así evitarás situaciones que te causan estrés. Descargar de tu vida las cosas que no son valiosas ayuda a tranquilizar la mente y reduce las fuentes innecesarias de estrés.
Haz una lista de tus prioridades y luego escribe las cosas que haces en tu día a día. Te sorprenderá la cantidad de cosas que haces que no son importantes y las que estás dejando de hacer por falta de tiempo. Si logras cambiar esa situación, habrás encontrado cómo combatir dos fuentes de estrés cotidiano.
Referencias:
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