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Este fríjol es de otra familia: Vigna.  Más cercano a la soya, de sabor más dulce, ha sido popular en el lejano oriente desde hace 3,000 años.  Además de ser delicioso, contiene todos los aminoácidos esenciales y es buena fuente de un mineral que nuestro cuerpo necesita, el molibdeno, así que, bien hacemos en probarlo.

Ingredientes:

  • 1 taza de fríjoles azuki secos, remojados durante 2 horas
  • ¼ de cebolla roja cortada en cubitos
  • 1 taza de zanahorias cortadas en cubitos
  • ½ taza de apio cortado en cubitos
  • 1 taza de auyama o calabaza kabocha cortada en cubitos
  • 1 hoja de alga kombu, bien enjuagada
  • 1 cucharada de aceite de oliva
  • 1 taza de arroz integral, remojado
  • 1 ½ tazas de agua fría

Preparación:

Calienta el aceite en una olla de mediano tamaño.  Saltea la cebolla, el apio y las zanahorias.  Agrega los fríjoles azuki, el alga kombu y 3 tazas de agua.  Al hervir, reduce el fuego y cocina a fuego lento por unos 40 minutos o hasta que los fríjoles estén tiernos.  Déjalos enfriar a un lado. 

Pon el arroz con agua en una olla y cocina a fuego lento hasta que el agua seque y el arroz abra, aproximadamente unos 20 minutos.  Sirve una cucharada de arroz en el centro de un plato.  Cúbrela con los fríjoles azuki y adorna con hierbas frescas.  Las algas kombu añaden minerales y nutrientes; puedes utilizar también las wakame. 

Del recetario Clean, de Alejandro Junger