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Por generaciones, leche significaba leche de vaca, o de otro animal.  Viene de nuestro ancestro nómada y ganadero: culturas enteras se desarrollaron consumiendo leche de cabra, de oveja, de dromedario, de camello y otros animales.  Hasta de vaca.  Habiendo escasez de alimentos cultivados, era buena idea cuidar de unas cuantas hembras de otro animal para quitarles parte del alimento de sus crías y dárselo al nuestro.  Hubo también culturas que no probaron la leche y tampoco desarrollaron sus derivados, el queso, la mantequilla o los fermentados como el yogurt.

Leche vegetal es un contrasentido, pero por razones propagandísticas lo usamos, para recalcar que su consumo substituye, reemplaza, a la leche de animal.  Son en verdad licuados de partes de unas plantas.  No reemplazan la leche porque nada la reemplaza.  Ni hace falta.  Ni para asegurar el crecimiento de los niños ni para evitar la osteoporosis ni por ninguna razón médicamente válida.

La proporción que damos aquí sirve para nueces y almendras.

Ingredientes:

  • 1 medida de almendras, o de otros vegetales (nuez de brasil, marañón, avellanas, semillas de girasol, arroz integral, coco, alpiste o semillas de cáñamo)
  • 4 a 5 medidas de agua limpia
  • Extras a escoger: canela en polvo, dátiles sin semilla, extracto de vainilla natural, cardamomo. 

Preparación:

Remoja las almendras/nueces durante 6-8 horas o durante la noche.  Desecha el agua del remojo.  Agrega almendras y agua fresca y los extras deseados en una licuadora.  Enciende a alta velocidad por unos 3-4 minutos.  Coloca un trapo fino de algodón dentro de un colador y este dentro de un recipiente hondo.  Vierte el líquido dentro del trapo y estruja todo el líquido con las manos.  Refrigera y utiliza como si fuera leche de vaca.