La insulina es una hormona que se produce en el páncreas, una glándula ubicada detrás del estómago que permite que tu cuerpo utilice la glucosa para obtener energía.
La glucosa es el azúcar que se encuentra en muchos productos y alimentos que comes a diario. Algunos contienen mayor cantidad de glucosa que otros, como los carbohidratos, pan, alimentos procesados, entre otros.
Después de una comida o un postre, las enzimas en el tubo digestivo descomponen los carbohidratos y los transforman en glucosa. Luego, la glucosa entra en el torrente sanguíneo a través de la pared del intestino delgado. Una vez que la glucosa está en la sangre, la insulina hace que las células de todo tu cuerpo absorban el azúcar y lo utilicen para obtener energía.
La insulina también ayuda a equilibrar tus niveles de glucosa en la sangre. Cuando hay demasiada glucosa en el torrente sanguíneo, la insulina indica al cuerpo que almacene el exceso en el hígado. La glucosa almacenada no se libera hasta que tus niveles de glucosa en sangre disminuyen, por ejemplo, entre comidas o cuando tu cuerpo está estresado o necesita un aumento adicional de energía.
La insulina como tratamiento para la diabetes
Las inyecciones de insulina pueden ayudar a tratar la diabetes. La insulina inyectada actúa como un sustituto o suplemento de la insulina de tu cuerpo. Las personas con diabetes tipo 1 no pueden producir insulina, por lo que deben inyectársela para controlar sus niveles de glucosa en la sangre.
Muchas personas con diabetes tipo 2 pueden controlar sus niveles de glucosa en la sangre haciendo cambios en su estilo de vida y tomando medicamentos. Sin embargo, si estos tratamientos no ayudan a controlar los niveles de glucosa, también podrían necesitar insulina para ayudar a controlar sus niveles de glucosa en la sangre.
Tipos de tratamientos con insulina
Todos los tipos de insulina producen el mismo efecto: imitan el aumento y la disminución natural de los niveles de insulina en el cuerpo durante el día. La composición de los diferentes tipos de insulina afecta la rapidez y el tiempo que actúan.
- Insulinas de acción rápida: este tipo de insulina comienza a actuar aproximadamente 15 minutos después de la inyección. Sus efectos pueden durar entre tres y cuatro horas. Se suele usar antes de una comida.
- Insulina de acción corta: esta insulina se inyecta antes de comer. Comienza a actuar de 30 a 60 minutos después y su efecto dura de cinco a ocho horas.
- Insulina de acción intermedia: este tipo de insulina comienza a actuar de una a dos horas después de la inyección, y sus efectos pueden durar de 14 a 16 horas.
- Insulinas de acción prolongada: esta insulina probablemente no empieza a funcionar hasta aproximadamente dos horas después de inyectarla. Su efecto puede durar 24 horas o más.