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El EPOC es una afección grave, pero existe la posibilidad de que pueda mejorar con una atención médica oportuna y cambios de hábitos correctos. Conocer las causas, recibir un diagnóstico y comenzar el tratamiento temprano, y comprender cómo tratar de evitar que la enfermedad empeore son claves para mantenerse saludable y disfrutar de una larga vida.

Deja de fumar a toda costa

Lo primero y más importante que se recomienda es dejar de fumar. Además, haz todo lo posible para reducir la contaminación del aire en tu entorno tanto como sea posible.

Intenta también evitar el humo de segunda mano y mantenerte alejado de lugares con polvo, humos y otras sustancias tóxicas que puedas inhalar. Revisa en tu hogar la calidad del aire y si los que viven contigo fuman, deberían dejar de hacerlo.

Una dieta mejor

También es importante comer una dieta saludable. La fatiga y la dificultad para respirar se pueden mejorar con una buena alimentación.

Los efectos del cambio deberán ser evidentes en poco tiempo, aunque es verdad que cada persona procesa los alimentos de una manera diferente, según su individualidad bioquímica.

Esta es la guía básica para seguir una dieta anti-inflamatoria:

Proteína Evitar toda carne procesada: salchichas, jamones, tocino.  Comer la versión más natural posible de pollo, pavo, pescado, marisco, cordero, conejo, huevos y aún así en pequeñas cantidades
Productos lácteos y alternativas a ellos Evitar todo producto lácteo.  Se permiten las alternativas a los lácteos: coco, cáñamo, arroz, avena, almendras hechas en casa (para evitar los azúcares añadidos) y los lácteos de cabra
Grasas y aceites Evitar todos los aceites no extraídos en frío. Se permiten extraídos en frío: oliva, linaza, coco, aguacate, aceites de nueces y ghee (mantequilla clarificada)
Nueces y semillas Evitar el maní y el marañón (cajuíl). Consumir coco, semillas de chía, linaza, almendras, nueces de Brasil, nueces de nogal, castañas, avellanas, pecanas y preparados de nueces (quesos, mantequillas, leches)
Vegetales sin almidón Consumir todos: recuerda en especial el perejil, el ajo y el apio. Evita por un mes las solanáceas, como tomate, pimentón y berenjena
Vegetales de almidón Evitar todos, especialmente papa, yuca, plátano, arracacha, y otros con contenido alto de azúcares como la remolacha y la zanahoria
Legumbres Consumir todas en pequeñas cantidades, después de remojarlas por 1 o 2 días
Frutas Evitar las de alto índice glicémico, en especial banano, mango, papaya y piña. Consumir todas las de bajo índice glicémico. Incrementar su consumo hasta que ellas sean una cuarta parte de la comida diaria.
Granos Evitar todas las fuentes de gluten: productos con trigo, cebada y centeno. Optar por la quinoa, mijo, amaranto, teff, avena, tapioca, arroz integral, maíz y sorgo
Hierbas y especias Evitar condimentos industriales (cubitos y aderezos). Consumir toda especia pura, fresca o seca
Bebidas Evitar el café, té negro y el alcohol.  Consume agua, tés herbales descafeinados, agua de seltzer, agua mineral, jugos diluidos en agua y jugos o zumos vegetales
Edulcorantes Evitar edulcorantes artificiales. Usar muy poco: stevia, xilitol, jarabe de arroz integral, sirope de arce, endulzante de frutas, melaza blackstrap
Miscelánea Consumir caldos, alimentos fermentados o cultivados, vinagres (todos menos vinagre blanco) y chocolate amargo. Una copa de vino tinto en ocasiones

Aumenta el ejercicio

El ejercicio es importante, pero puede ser difícil para algunos. La actividad física puede fortalecer los músculos que te ayudan a respirar. Habla con tu médico sobre las actividades físicas que son adecuadas para ti.

La rehabilitación pulmonar también puede ser una forma de mejorar la resistencia y ayudar con problemas respiratorios, así que pregúntale a tu médico sobre tus opciones.

¿Cuándo buscar de nuevo atención médica?

Incluso con tratamiento en curso, en algunos casos los síntomas pueden empeorar. Esto es especialmente cierto si tienes una infección pulmonar o una afección cardíaca relacionada con el daño pulmonar.

Busca atención médica inmediata si tus tratamientos regulares no ayudan con los siguientes síntomas:

  • dificultad inusual para caminar o hablar (es difícil completar una oración)
  • frecuencia cardíaca rápida o irregular
  • dolor de pecho nuevo o que empeora
  • labios o uñas azules
  • respiración dura y rápida

 

 
Foto del autor

Médico de la Universidad del Rosario. Dedicó 9 años de su vida a la investigación en el área de la inmunogenética y la Biología Molecular, en Harvard. Es miembro del Institute for Functional Medicine desde el 2010.

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