De acuerdo a las cifras del DANE, el año pasado se presentaron 238.192 defunciones en Colombia, lo que representa 650 fallecidos diarios; si los agrupamos por condición, aproximadamente 220 personas mueren al día por enfermedades cardiovasculares, 120 por cáncer y 35 por homicidios; si lo vemos por causas específicas respiratorias, 44 mueren diariamente por enfermedades crónicas pulmonares y 26 por enfermedades agudas dentro de las cuales estaría la gripe común.
¿Cuántos fallecidos habrá por COVID-19 al finalizar el año 2020 en Colombia?
No es prudente aventurarnos en cifras, pero sí estamos seguros que las demás causas de mortalidad seguirán estando presentes, en especial las debidas a las complicaciones cardiovasculares como el infarto agudo de miocardio o cerebrovascular a causa principalmente de una progresión de enfermedades crónicas como la hipertensión arterial, la diabetes mellitus y la enfermedad renal, al igual que estarán presentes las muertes debido al cáncer y sus complicaciones.
En estos tiempos, es importante que no olvidemos las demás causas de mortalidad, y obviamente las enfermedades que las causan para poder evitar un eventual incremento por causas NO COVID.
Un reciente estudio en Inglaterra, tuvo un acercamiento al análisis de lo que está pasando con la mortalidad NO COVID, principalmente por la preocupación que una posible consecuencia de los esfuerzos para contener la pandemia podría ser un aumento de las muertes por otras causas. Una de las hipótesis con relación a la mortalidad, es que, debido a un posible colapso de los sistemas de salud, no haya oportunidad suficiente para atender adecuadamente a los pacientes enfermos que habitualmente consultaban a una sala de urgencias, o que, debido a las restricciones de las cuarentenas, haya un incremento de las barreras de acceso hacia los servicios de salud.
El COVID-19 cambió drásticamente la forma en cómo se brinda atención ambulatoria. Para disminuir el riesgo de transmitir el virus a pacientes o trabajadores de la salud dentro de su práctica, los profesionales de la salud difieren las visitas electivas, incluyendo los chequeos preventivos, actividad contemplada y aceptada por los pacientes debido al mismo temor del contagio.
Según un estudio en USA, las consultas ambulatorias han reducido hasta el 60%, y aunque se ha visto un incremento importante de la telemedicina, aún es insuficiente para cubrir el número de consultas que se hacían previamente de manera presencial, teniendo en cuenta además que existen algunas especialidades médicas que se les puede dificultar mucho más el alcance de una consulta por videoconferencia.
Bajo este escenario, es posible que las enfermedades que debieran estar siendo detectadas a tiempo en estos meses, como la hipertensión, la diabetes, o el cáncer, debuten en un mediano plazo de manera más severa, directamente con una complicación en urgencias, incrementando posiblemente la mortalidad.
De manera sorpresiva, el estudio inglés mencionado anteriormente,mostró que la mortalidad por otras causas diferentes a COVID-19 habían reducido hasta un 26% en el caso de la cardiopatía isquémica, un 18% por enfermedades cerebrovasculares, y un 10% las enfermedades respiratorias crónicas cuando se comparaban con el mismo periodo de años anteriores, por lo cual se plantean varias hipótesis que podrían explicar este hallazgo, entre las que están la posibilidad de sesgos metodológicos del conteo de fallecidos asociado a un leve incremento en la mortalidad por fuera de los centros hospitalarios, en quienes es difícil establecer una causa de muerte confiable.
En actuales circunstancias, dicho artículo también plantea dentro de las causas de la reducción de la mortalidad NO COVID es que los pacientes con enfermedad cardiovascular u otra enfermedad crónica que iban a fallecer por complicaciones debido a su enfermedad, eventualmente lo harán por la infección del COVID-19, lo cual evidentemente afectará las cifras impactando el balance a favor del COVID-19 y reduciendo las causas de mortalidad por otras causas.
Por otro lado, existen otras hipótesis frente a la reducción de la mortalidad por causas NO COVID, principalmente por el mejoramiento de la calidad del aire, debido a que estudios han puesto de manifiesto que tanto la presión arterial alta como los niveles elevados de contaminación del aire con partículas finas se han asociado con un mayor riesgo de varias enfermedades cardiovasculares, como accidente cerebrovascular, insuficiencia cardíaca e infarto de miocardio. Así pues, la reducción de la polución del aire debido a la cuarentena, puede tener efectos positivos a mediano y largo plazo frente a la aparición o complicaciones de estas enfermedades.
De igual forma, con el mejoramiento de la calidad del aire, seguramente traerá efectos positivos frente a las visitas a urgencias de pacientes con enfermedades respiratorias crónicas como el Asma, reduciendo los ingresos hospitalarios y mejorando su calidad de vida, permitiendo de paso, reducir la mortalidad asociada.
Por último, una de las posibles causas de una reducción de la mortalidad NO COVID, paradójicamente podría deberse a la reducción misma de las atenciones de salud, dado que por ejemplo, muchos de los procedimientos quirúrgicos programados han sido suspendidos y con ello sus eventuales complicaciones han quedado aplazadas.
Solo el tiempo nos dirá qué camino seguirá la salud pública de los Países y estableceremos si en realidad habrá un aumento o una reducción significativa de la morbimortalidad por causas NO COVID, de su observación y análisis dependerá que los modelos de salud se ajusten adecuadamente con base en las necesidades reales de la población, aunque es probable que lo que otros sectores de la economía y sus efectos generales como el mejoramiento de la calidad del aire estén aportando en estos momentos, tengan una efectividad sobre el bienestar de las personas que el sistema de salud mismo no ha podido lograr en años.